Javier me miro sobre el sofá, yo continuaba sollozando, el rió para si mismo mientras bebía una cerveza.
Sentía una inmensa culpa, yo siempre había sido una mujer muy decente y adoraba a mi hija, como había permitido todo aquello, acababa de disfrutar con mi yerno como no lo había hecho nunca antes y aun con toda la culpabilidad que sentía mi vagina aun latía como jamás lo había experimentado. me sentía totalmente sucia y culpable.
Javier se sentó junto a mi y continuo bebiendo su cerveza, dejo que siguiera sollozando entonces escucho que llamaban a la puerta.
Acomodando su bóxer fue hasta la puerta y vio por la mirilla, eran Tońo y Fernando dos de sus compańeros de trabajo, ambos de edad similar a la suya (27 ańos), Javier les había dicho que llegasen a su casa unas horas después y que tendrían buena diversión, les dijo que permitiría que llenaran la raja de su suegra de leche después de que El se la hubiera cogido primero.
Abrió la puerta calladamente y los hizo entrar, me recogi sobre el sofá de espaldas a la puerta, sujetando una almohada mientras seguía sollozando en silencio. Tońo y Poncho sonrieron al ver a la madura mujer desnuda. Javier también sonrió y les dijo que El acababa de cogersela y que era su turno de disfrutarla.
Javier volvió al sofá y le subió un poco el volumen al televisor, miro como sus amigos se quitaron la ropa.
Estaba sumida en mis pensamientos, totalmente ignorante de lo que estaba a punto de suceder. Nunca había sentido tanta culpa, no podría creer lo que acababa de suceder y cuanto lo había gozado. me sentía sucia y deshonrada.
«Oiga seńora, es hora de jugar» dijo Tońo sujetándome y girándome hacia ellos.
grite y empeze inmediatamente a luchar, dándome cuenta de que los dos jóvenes hombres estaban allí desnudos, no quería ser parte de lo que ellos planeaban. Tońo cubrió rápidamente mi boca y Poncho me sujeto por las piernas mientras me resistía. continuaba resistiéndome.
Mire a mi yerno y vi que sonreía, «Denle lo que necesita» se mofo este «Estos son dos buenos amigos y les dije que podrían divertirse con usted suegrita, así que mejor no se resista y atiendalos bien o le puede ir muy mal, entiende?» agrego Javier.
Mis ojos estaban llenos de temor cuando mire a mi yerno y a los otros dos hombres. Sabía que no tenía elección, así que cabece afirmativamente.
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